miércoles, 22 de octubre de 2008

Startups: Ritmo vital, ritmo empresarial y más de lo mismo

Esta mañana estaba parado en un semáforo, cuando por el paso de peatones andaba una persona que era exactamente igual a un familiar mío. Físicamente eran las dos iguales, pero en su conjunto, algo las diferenciaba mucho. Era raro.

Me di cuenta. La persona del semáforo andaba rápido, con decisión, con las cosas claras (quizá saco demasiadas conclusiones de alguien que vi en un semáforo.. :-) ). La persona que yo conozco no anda rápido. De hecho, no creo que pudiera andar rápido, o hacer las cosas rápido. Eran dos cuerpos prácticamente iguales con dos formas de enfocar el día a día meridianamente opuestas. El resultado era el de dos personas distintas, muy distintas.

He seguido pensando sobre el tema, mientras venía hacia la oficina. Cada uno de nosotros tenemos un Ritmo vital – bueno, yo lo he llamado así.. :-). Unos más rápido, y otros más lento. Unos más decidido, y otros menos. Unos más directo, y otros menos. Pensando en algún amigo, me he dado cuenta de que los que tienen un ritmo rápido y decidido se pueden adaptar al lento sin problemas, pero los que tienen un ritmo lento o casi adolecen de éste no pueden adaptarse a uno más veloz.

Me ha dado tiempo a pensar más (30 minutos en moto dan para mucho… :-)) sobre si esto ocurre
en las empresas... Ocurrió en agroterra.

En una Startup, cuando no tienes a nadie con quien comparar tu ritmo vital o cuando no existen referencias externas, acabas estableciendo tu propio ritmo vital empresarial. Puede ser un buen ritmo, o puede que corras el riesgo de acomodarte y establecer una velocidad crucero que se adapta a ti, pero que simplemente no es cómoda para tu empresa, porque no sirve.

Tu ritmo vital personal puede ser bueno, pero el que cuenta es el de tu Startup, y si es lento no vale. Eso es lo que me pasó a mí.
Los primeros dos años desde que nació agroterra éramos tres personas. La mayoría del tiempo lo pasaba sólo, y yo marcaba el ritmo vital de la empresa. No teníamos mucha competencia, y podíamos pagar (más o menos) las pocas facturas que llegaban, así que el ritmo era el que era…un ritmo vital tranquilo. Trabajaba mucho personalmente, pero la empresa marchaba a una velocidad de crucero “agradable”.

Pero llegó Alfonso Fernández, el primer socio externo de agroterra. Era mi primera vez presentando los resultados del año, así que estaba algo tenso. Pero estaba tranquilo. Los resultados eran similares a los del año anterior, un poco mejores. Cuando acabé mi presentación, Alfonso se dispuso a pronunciar sus primeras palabras como socio, y fueron estas: “Esto es Más de lo mismo”. Más de lo mismo (que también interpreté como un ácido “más de la misma mierda”). Estas palabras, muy comentadas entre nosotros a lo largo de estos años, fueron un revulsivo. Me hicieron buscar referencias externas en las que reflejar el ritmo de trabajo de mi empresa, y tratar de adaptarlo a éstas. Alfonso tenía razón. agroterra iba a velocidad de crucero, y tenía que ir a Supersónica!! :-)

Empecé a cambiar hábitos. Lo importante no era trabajar 14 horas al día, sino marcarte y conseguir hitos ambiciosos, uno tras otro. Así aumentaríamos la velocidad de crucero de agroterra.

Hoy, cada vez que analizamos una nueva implementación en agroterra y nos parece mediocre usamos el término “más de lo mismo”, que para nosotros refleja eso, no te duermas, que tu ritmo vital empresarial lidere tu proyecto y tu proyecto te lidere a ti.

Espero que esto te sirva para algo. :-)
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Startups: Me quedo con el 10% de mil millones, o cuando un socio te cambia la vida

¿Qué ocurre cuando en una Startup lo que falla es su fundador?

Puedes ser un emprendedor muy bueno en muchas cosas, pero si fallas en una, y esa es la importante, estás perdido. O mejor dicho, tu startup está perdida. Eso me pasaba a mí.

Un día del año 2002 mi socio Alfonso Fernández, en aquel entonces sólo amigo, me dijo: ¿Qué prefieres, el 100% de CERO o el 10% de mil millones?. Esta frase, y mi respuesta posterior, cambiaron mi vida.


Alfonso se refería a la entrada de socios en Agroterra. Quería trasladarme la esencia de lo que realmente es ser emprendedor, entender el valor que puede tener alguien desde fuera aportando valor añadido a tu empresa. Si necesitas apoyo externo, el hermetismo sólo te conduce a una valoración de CERO. Eso sí, mantienes tu 100% accionarial... que termina por valer CERO.

¿Pero como iba a permitir yo la entrada de socios en mi "creación"?. Ese era mi gran fallo.
Posiblemente él no lo sepa - aún.. -, pero siempre he pensado que sin él Agroterra hoy no estaría donde está, y yo no habría aprendido tantas cosas.

Alfonso entró como socio. Le dije Sí después de muchas charlas.
Curiosamente, el valor añadido que aportó Alfonso
en aquellos años me lo quedé yo. Él me ayudó a formarme como emprendedor en muchos aspectos básicos de mi vida. A cambiar mis puntos de vista. A resetear mi chip. A beberme lo que hoy por hoy es mi filosofía de vida, y que por aquel entonces era "el oscuro más allá en el que me adentraba".
Tuve mucha suerte "cruzándome" con él.

Recuerdo que recibí unas 3 o 4 ofertas por aquel entonces de gente que quería unirse a mi como socio. Supongo que mi acierto fue elegir a Alfonso.

Desde aquel momento siempre he pensado que, en una startup, los socios no fundadores que se incorporen para aportar valor tienen que saber aportarlo no sólo a la empresa, sino a los fundadores. Y no son la misma cosa, créeme. Porque el fundador es el alma de cualquier startup.

Es un tema que no se suele comentar mucho. Se valora al fundador pero no se suele valorar el potencial de aprendizaje que puede tener en las primeras fases de crecimiento.